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En la Península Ibérica tenemos dos especies de cormoranes: el grande y el moñudo. Ambos caracen de la cera que, por ejemplo, la anátidas extienden por sus plumas para evitar que se mojen y le dificulte el vuelo. Por eso, cada cierto tiempo, se salen del agua, y extienden sus alas, para que se sequen. El famoso cormorán áptero de las Islas Galápagos fue un ejemplo más de los que usó Darwin, para apoyar su Teoría de la Evolución |
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